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Mostrando entradas de 2014

Lágrimas negras

La mina llora.  Llora porque ya casi nadie se acuerda de ella. De lo que ha significado, significa y significará para esta tierra que tanto amamos. Porque le debemos mucho dolor, sí, pero también infinita vida. E infinitos símbolos de resistencia, de revolución. De lo que somos los asturianos: duros e indomables.  Llora porque, cuando todo acabe, cuando el último pozo se haya cerrado y no quede ningún "abuelo picador" sentado en el pueblo contando su historia, sólo el perfil de los castilletes en lo profundo de los valles indicarán que existió alguna vez. Sola, en mitad de la tierra. Como Asturias. Llora porque ya nadie la valora. Porque dicen que es mucho más rentable traer el mineral de afuera y cerrarla a ella, quedando la gente sin trabajo; sin pozos y sin alternativas. Mientras son otros, y no los mineros, los que se enriquecen de ti. De tu abandono. De tu muerte.  La mina llora porque el grisú irrita sus ojos, porque los postes se le fracturan y porque

50 razones

Hace unos días me encontré con  este artículo  de Jot Down sobre 100 razones por las que la vida merece la pena, y si bien me pareció una idea interesante más aún lo fue el darme cuenta de que sólo coincidía en un par de cosas. Por ello he decidido elaborar mi propia lista, aunque más humilde (sólo 50) y centrada en momentos y sensaciones puntuales. Así pues, y sin orden en particular… Bea. Sentir canciones como  ésta . Por siempre. Escuchar el bramido del mar. Sentirte nada bajo un cielo estrellado. Ciertos paseos solitarios, inmerso en mis pensamientos. Todo lo que me queda por escribir. Inspirarme con el trabajo de los demás. Leer hasta las tantas sin darme cuenta. Lo mismo, pero con YouTube. Una siesta a la sombra de un buen árbol. Presenciar cómo evolucionaremos, qué más inventaremos. Presenciar cómo nos destruiremos. El estúpido éxtasis de ganar a juegos como el "2048" . Los momentos de intimidad. Sí, también ésos. Tirarme en la cama y estirar bien l

Sobre la inspiración

La necesitamos, y ella lo sabe. Todos los que alguna vez hemos tenido delirios de escritor somos conscientes de que sin inspiración no somos nadie. Que nos es  vital . Pero que también es  caprichosa , como la ley de Murphy . E inoportuna , apareciendo cuando no podemos hacerles caso o escondiéndose cuando la buscamos desesperados (siendo éste, además, su pasatiempo favorito). Y de nada servirán nuestras quejas o ruegos al aire; sólo ella sabe cuándo hará acto de presencia. Pero he de decir que esta imprevisibilidad no siempre es mala, ya que a veces la musa es también  generosa y te regala algún que otro momento especial. Y siempre ocurre igual: de repente ves, escuchas o simplemente vives algo que te hace parar por un segundo mientras sientes que te inunda un cúmulo de sensaciones e ideas. Deseas volver a casa corriendo y ponerte a escribir sin parar, intentando plasmar gráficamente lo que sentiste durante ese momento de inspiración para poder transmitirlo. Precisamente en l